El konnakol ayuda a mejorar la memoria y desarrollar la cognición. Curiosamente, es también una herramienta eficaz en el manejo del comportamiento, ya que muchas personas son propensas a cambios de humor, ansiedad y crisis. Independientemente del interés en la música o la capacidad de ejecutar piezas, las composiciones selectivas de konnakol actúan como un punto de conexión a la tierra, lo que encauza rápidamente la situación. En las personas mayores, para aquellos que puedan estar en las etapas iniciales de demencia o de Alzhimer, el konnakol equivaldría a aprender un nuevo idioma. La práctica se traduce en un hábito de ejercicio mental, que a su vez ayuda a mantener activadas todas las partes del cerebro, donde al menos la aparición de los síntomas de la enfermedad se retrasa. Además, se prescribe ampliamente para ayudar a reducir los problemas respiratorios.”

La increíble riqueza de las técnicas y conceptos rítmicos junto con herramientas de medición de ciclos con las manos (Talas), posibilita la creación de patrones rítmicos que al ser transcritos al papel permiten visualizar diferentes figuras geométricas que le dan la posibilidad al practicante de mejorar sustancialmente sus habilidades y/o su proceso creativo haciendo del estudio del Konnakol una aventura fascinante con consecuencias de largo alcance. La amplia variedad de artilugios rítmicos usados, es en occidente, uno de los elementos más desconocidos y menos documentados y sin embargo, potencialmente el más universal que invita a quien lo practica a adquirir los tres principios fundamentales que se requieren para dominar el ritmo: espacio, equilibrio y conciencia.

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